El capítulo de Black Mirror del que hablan todos: cómo es y por qué deja a la audiencia sin palabras

Hay algo de sadomasoquista en los espectadores de Black Mirror. Todo aquel que encara la temporada 7 en Netflix habiendo visto las anteriores sabe que la mayoría de los episodios empiezan bien y terminan mal. Y son conscientes de que la historia que peor rato les hizo pasar es mejor que la que les generó indiferencia.
Un magnetismo inexplicable mantiene unidos al espectador y su serie. No se trata de broncas ni de ansiedades. ¿Será que todos los episodios intentan ser igual de duros y el que sobresale lo hace porque es el mejor escrito o realizado? ¿Será por la empatía que se les tiene a esos personajes sufrientes? ¿Será porque uno, aunque el sentimiento sea negativo, recompensa aquello que lo interpela?
Cada vez que sale una nueva temporada de Black Mirror en los portales de crítica y en redes es fácil oler cuál o cuáles episodios son considerados los mejores.
En el caso de la séptima temporada, el supremo ya dio su veredicto. Levantó el pulgar en favor de “Una pareja cualquiera” (“Common People”).
El episodio que abre la séptima temporada cuenta la historia de Mike y Amanda, una pareja que se quiere demasiado (los actores que los interpretan son Chris O’Dowd y Rashida Jones). Sueñan con tener un hijo, tienen trabajos comunes y cada año festejan su aniversario comiendo hamburguesas en el restaurante donde se conocieron.
Hasta que un día ella se desmaya para nunca más despertar. Desolado, Mike sigue el consejo de una enfermera que le dice que la única alternativa posible para revivir a Amanda es un servicio experimental que está haciendo sus primeras pruebas.
Se trata de una compañía de almacenamiento que copia y asegura en una “nube” la información del cerebro que está dañada y luego la reinserta, cirugía mediante, en el mismo lugar de donde fue extirpada. Lo prometido sucede: Amanda revive, pero no es la misma que antes.
Acá entramos en terreno de spoilers.
“Fue muy triste y jodido, pero eso es lo que sabemos: Black Mirror es realmente bueno otra vez”, “Pero qué maravilla (y qué duro) (…). Independientemente de la calidad del resto, aquí está el espíritu de la serie”, “Me recordó al Black Mirror original y fue fenomenal”. Estas son algunas de las frases que aparecieron en X al día siguiente del estreno.
Al final del episodio, el matrimonio sucumbe frente al sistema. Se rinde. Mike se pone de acuerdo con Amanda para darle una muerte serena y medianamente digna, y procede a asfixiarla con una almohada utilizando todo el peso de su cuerpo. Un sutil guiño de condescendencia rescata al capítulo de caer en una espiral de golpes bajos.
Después de cometer los actos más humillantes para conseguir dinero para mantener viva a su esposa, Mike mata a Amanda subiéndole la serenidad y cuando yace completamente despersonalizada recitando un anuncio comercial propio de su suscripción estándar.
El amor del matrimonio es tan sólido como el sistema laboral infranqueable y la agencia de almacenamiento, cínica e inhumana. No hay concesiones para el espectador más allá de ese gesto, que en algunos casos puede no alcanzar.
El primer episodio de la séptima temporada lleva al límite la premisa de Black Mirror y es atrapado a último momento, justo cuando está a punto de caer desde el precipicio. De ahí su salida triunfante.
Fuente: www.clarin.com